Hola, queridos lectores, aquí estamos nuevamente para compartir más facetas de la serie que comenzamos este mes. Aunque para muchos sea un tema sencillo y quizás hasta sin importancia, creemos que no lo es y por eso se los compartimos, tomando como base obviamente las Escrituras. Me acompañan?
La importancia de reunirse para escuchar la Palabra de Dios, es una cuestión que va mucho más allá de cumplir una tradición o una simple costumbre. La exposición al sonido de la Palabra de Dios genera fe. Las personas necesitan reunirse no solo para oír la Palabra de Dios, sino también para expresar con sus labios el nombre del Señor. La confesión de su Nombre, la invocación como manifestación de necesidad, de reconocimiento a Dios, también es parte del proceso de la edificación de los santos.
La palabra iglesia proviene del griego ekklesia, significa asamblea de ciudadanos libres. Esta expresión usada en los tiempos de Jesucristo como nombre de una institución, fue elegida por los autores del Nuevo Testamento, a diferencia de otras dos instituciones que eran netamente de carácter religioso como: templo y sinagoga. Para distinguirse como una comunidad de seguidores de la doctrina de Jesucristo. También la palabra asamblea denota un encuentro festivo, la fiesta en nuestro contexto es la alimentación con la Palabra de Dios. Siendo este alimento la nutrición y fortaleza para nuestro ser interior.
Otra característica que nos habla de la importancia de reunirse para escuchar la Palabra es estar reunidos, en Su Nombre. Las Escrituras dicen: “porque donde hay dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Bíblicamente un nombre alude a identidad o naturaleza, función o destino. Si la presencia de Dios está garantizada, cuando dos o tres se reúnen en su Nombre, eso implica que quienes estén reunidos lo hagan de acuerdo con la naturaleza y de acuerdo con el compromiso de hacer la voluntad de tal Nombre. Por lo tanto, todo acerca de esta asamblea debe ser característico de quien es Cristo y de lo que Él desea efectuar. Donde encontramos la naturaleza y la voluntad de Dios oyendo, escudriñando, estudiando su Palabra.
El salmo veintidós, dice: “Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la congregación te alabaré”. Este salmo mesiánico habla proféticamente del Señor Jesús, Él como Hijo declara el nombre de Dios, de su Padre a sus hermanos en medio de la asamblea. Este versículo nos muestra con suma claridad, la importancia de estar congregados, para hacer todo según el orden establecido por el Hijo de Dios. La naturaleza y la voluntad del Padre, se revelan en el contexto de la reunión de los hijos. José, un tipo de Cristo, se reveló plenamente, en el momento en que estaban todos sus hermanos presentes. Cuando lo hizo puso en evidencia la naturaleza de Dios, como un Dios perdonador, proveedor y de propósito.
Hay otro punto a destacar, en estos tiempos la tecnología moderna junto con la pandemia, ha vuelto perezosos a muchos santos, ya no asisten físicamente a las reuniones y simplemente escuchan las grabaciones y las transmisiones. Estas clases de comunicaciones nunca reemplazarán al estar presentes de forma física en la reunión. El libro de Hechos, en el Nuevo Testamento, relata “cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló”. Existe algo profundamente impartido en el lugar de liberación de la Palabra. Esta impartición no ocurre en un mensaje transmitido a distancia.
Como seres humanos tenemos la tendencia a querer hacer todo a nuestra manera, desde lo que a nuestra mente le parece correcto. Pero una vez que hemos rendido todo nuestro ser al gobierno de Cristo, tiene que ser Él quien nos guíe y nos muestre como hacerlo. Es un constante descubrimiento de Su persona y Su voluntad. Si buscamos en humildad ser dirigidos por su Espíritu al obedecerlo tendremos mucha más celeridad en que su Propósito en nuestra vida sea cumplido. Nada que tenga que ver con su Vida, con Su Cuerpo, con su Casa , con su Propósito, con su diseño, es a nuestra manera o de cualquier modo, sino a Su Manera. Nos dejó su Palabra para que no vivamos errando al blanco, extraviados en los mil y un vericuetos del alma, de las prisiones de la religión, de las promesas vanas del mundo, de los sentidos físicos que atentan contra el nuevo hombre. Desde ese lugar desde la obediencia, aunque muchas veces no entendamos, Su Carga será ligera. Todo está en Su Palabra, fuera de ella, solo hay confusión y mentira. Aferrémonos a ella cada día de nuestras vidas y llegaremos al lugar que fue ya señalado por nuestro Señor.
Muchísimas gracias por su tiempo, por haber llegado hasta este punto. Los saludamos con sumo respeto, deseándoles que tengan un feliz resto de semana. Hasta el próximo encuentro.
Gracias, por compartir lo que hay en el corazón de nuestro Señor.
Gracias por compartir sus escritos. Una petición; una sería acerca de a qué se refieren las escrituras cuando dice; La palabra de Dios