En la segunda parte de este análisis sobre Efesios 1:3-14, exploramos más a fondo las causas por las cuales el Apóstol Pablo oraba, poniendo un énfasis especial en cómo estas causas pueden influir en nuestra manera de orar y vivir. Esta comprensión nos lleva a profundizar en la oración apostólica como un medio para gobernar realidades, no solo en la dimensión espiritual, sino también en la práctica diaria.

Las Causas de la Oración Apostólica

En Efesios, Pablo revela varias causas fundamentales que deben gobernar nuestra oración:

• Bendición Espiritual en Cristo: Reconocer que hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual nos lleva a orar con una perspectiva de abundancia y no de carencia.
• Escogidos Antes de la Fundación del Mundo: Saber que fuimos escogidos por Dios incluso antes de nacer transforma nuestra identidad y nuestro propósito en la oración.
• Santos y Sin Mancha: Entender que somos vistos como santos y sin mancha por Dios cambia nuestra auto-percepción y la manera en que nos acercamos a Él en oración.
• Adoptados como Hijos de Dios: La oración se convierte en un diálogo familiar y cercano al saber que somos hijos adoptivos de Dios.
• La Gloria de su Gracia: Alabar la gloria de la gracia de Dios nos lleva a reconocer su poder y amor incondicional en nuestras vidas.
• Redención y Perdón de Pecados: La gratitud por nuestra redención y el perdón de nuestros pecados debe ser central en nuestra oración.
• Sabiduría e Inteligencia en Dios: Pedir sabiduría e inteligencia es crucial para comprender los misterios de Dios y actuar según su voluntad.
• Conocer el Misterio de su Voluntad: La oración debe buscar revelación y entendimiento del propósito divino.

Aplicación Práctica: Orar por la Causa

• Orar desde una Perspectiva de Revelación: Nuestras oraciones deben ir más allá de las necesidades inmediatas y buscar una comprensión más profunda de los propósitos de Dios.
• Orar por Identidad y Propósito: Debemos orar por una revelación clara de nuestra identidad en Cristo y el propósito para el cual fuimos creados.
• Orar por una Visión Eterna: Reconocer que somos ciudadanos del cielo y orar con una perspectiva eterna nos permite ver más allá de las circunstancias temporales.
• Orar por Transformación Cultural y Social: Nuestras oraciones deben extenderse para influir en la cultura y la sociedad, buscando que los valores del Reino de Dios se manifiesten en todos los ámbitos de la vida.

Desafíos para la Iglesia del Siglo XXI

Enfrentamos el desafío de elevar nuestras oraciones más allá de lo superficial y entrar en una dimensidad de fe que realmente transforma realidades. Esto implica:

1. Despojarnos de nuestras ideas preconcebidas y temperamentos para abrazar la verdad de las Escrituras.
2. Hablar de nuestra fe de manera audaz y vivirla de manera que refleje la grandeza de Dios.
3. Buscar una revelación más profunda que nos permita ver las cosas desde la perspectiva de Dios.

Conclusión

La oración que gobierna realidades no es un concepto lejano o inalcanzable, sino una práctica tangible que puede transformar tanto nuestras vidas como el mundo que nos rodea. Al adoptar las causas por las cuales Pablo oraba, no solo enriquecemos nuestra vida de oración, sino que también nos alineamos más estrechamente con los propósitos divinos, transformando nuestras realidades personales, comunitarias y globales.